Te tengo a tí
Observó a Hambo nuevamente. Aunque el peluche ya tenía más de mil años, se había conservado casi a la perfección.
Marceline acarició la mejilla intacta del peluche con dulzura, al haberlo limpiado un poco, su tela había recobrado aquella suavidad tan familiar para la vampira. Marceline no pudo evitar sonreír con nostalgia; pero aquello sólo duró unos momentos. Bufó con algo de odio mientras fruncía el entrecejo con la mirada perdida. Por mucho que odiara admitirlo, tenía que agradecerle algo a Maja, la bruja no había